Investigación genealógica

La búsqueda de los orígenes y la reconstrucción de la historia familiar pretenden, en primer lugar, rastrear el parentesco y las relaciones parentales.

Pero la reconstrucción del hilo genealógico, de la tabla de antepasados por cuartos y el árbol genealógico de una familia no son más que el primer paso para avanzar en el conocimiento de los antepasados, que se hace más profundo y cercano a través de la búsqueda de documentos que atestigüen sus modos de vida, su nivel de educación, los lugares donde vivieron y pasaron su vida, las profesiones y oficios que ejercieron, etc.

Dalle loro storie particolari può emergere un quadro complesso e articolato della società italiana attraverso le generazioni.

¿Por dónde empezar a rastrear a sus antepasados?

Las fuentes indispensables para la investigación genealógica suelen ser de dos tipos: privadas y públicas. Entre las primeras figuran los recuerdos personales (las fuentes directas) y la tradición oral de la propia familia (las fuentes indirectas), a las que se añaden los archivos familiares y personales; entre las fuentes públicas, en cambio, cabe citar el estado civil, las oficinas del registro, los registros militares y los registros parroquiales; y, en segundo lugar, aunque menos ricas en datos genealógicos, las actas notariales, los registros de la propiedad y los registros de órdenes profesionales.

Otras fuentes públicas donde se pueden obtener datos sobre personas individuales son los fondos de la jefatura de policía, la prefectura, los tribunales, los organismos de bienestar público, los orfanatos, los hospitales, etc.

En realidad, la investigación genealógica, como cualquier otra investigación archivística, necesita pistas y, en definitiva, ningún documento, ni siquiera un registro contable, puede considerarse insignificante cuando puede proporcionar incluso un solo dato para integrar nuestros datos de partida o un trace que le vincula a otros documentos útiles para continuar su investigación.

Pero, para empezar, debemos recurrir en primer lugar a las fuentes denominadas «seriadas», es decir, los registros y documentos producidos y conservados a lo largo del tiempo principalmente por oficinas públicas o estructuras eclesiásticas y hoy accesibles en los Archivos Estatales u otros archivos históricos. La investigación debe partir de referencias geográficas, temporales y de relaciones parentales (filiación, hermandad y matrimonio), para proceder, según una regla general, necesariamente hacia atrás en el tiempo.

Así pues, para buscar los datos biográficos de uno de nuestros antepasados, a partir de la fecha que conocemos, generalmente obtenida de un documento o noticia en nuestro poder, conviene proceder del siguiente modo:

  • a partir del 1 de enero de 1866, debe recurrirse a los registros del Estado civil o, en su defecto, a los registros parroquiales, las fuentes militares o los registros civiles u otros registros municipales;
  • desde la fecha del 31 de diciembre de 1865 hasta principios del siglo XVII, es aconsejable buscar en los registros parroquiales (para algunas zonas y en casos particulares, los registros parroquiales son más antiguos y se remontan incluso al siglo XIV);
  • para documentación antiguaantes del siglo XVI, es aconsejable buscar en escrituras notariales y agrimensuras y registros de la propiedad; incluso más atrás en el tiempo, teóricamente, es posible intentar localizar rastros en los antepasados más remotos en los fondos diplomáticos de los archivos nobiliarios, los municipios y los monasterios e iglesias más antiguos.